Esta final también se recuerda por una imagen del portero Quique celebrando el triunfo sentado sobre el larguero de una de las porterías. En lo deportivo el club se intentaba reponer de las importantes bajas, pero a las órdenes de Quincoces se alcanzó de nuevo una final en la Copa de 1952. A pesar de disputarse en Chamartín, estadio talismán para los valencianistas en las finales, y de ponerse por delante con dos goles de Badenes, el Barcelona logró igualar a dos en los últimos minutos y posteriormente ganar en la prórroga, aprovechando las lesiones de los valencianistas Asensi y del portero Quique.